La falta de oportunidades, la invisibilización y la dificultad para conciliar la vida personal y profesional siguen obstaculizando el desarrollo de las mujeres en el mundo de la alta cocina, señala un estudio de la Diputación Foral de Bizkaia realizado en colaboración con la Academia Vasca de Gastronomía y desarrollado por la Universidad de Deusto.

El estudio pone de relieve las desigualdades estructurales que aún persisten en el sector y analiza cómo, pese a que la vocación sigue siendo el principal motor de elección para el 92,8% de las estudiantes, las estructuras de poder continúan limitando el acceso de las mujeres a puestos de liderazgo.

Profesionalhoreca, cocinera. chef. mujeres en la alta cocina

El 89,9% de las estudiantes se ve trabajando en la cocina dentro de 10 años, pero se enfrentan a desafíos importantes para su desarrollo. «La gastronomía continúa siendo un espacio donde persisten los desequilibrios de género», señala el informe.

«Este informe pone cifras y testimonios a una realidad que no podemos ignorar. La desigualdad sigue presente y es nuestra responsabilidad, como instituciones y como sociedad, impulsar medidas efectivas para garantizar oportunidades reales para las mujeres en todos los ámbitos, incluida la gastronomía», ha afirmado la responsable del Departamento Foral de Empleo, Cohesión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia, Teresa Laespada.

«No podemos seguir permitiendo que el talento de tantas mujeres quede relegado por estructuras que perpetúan la desigualdad. Necesitamos transformar la cultura de este sector, romper techos de cristal y garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades de crecer y liderar», ha asegurado.

Desigualdad de oportunidades

Aunque ninguna de las encuestadas considera que ser chef sea «cosa de hombres», un 46,5% de las estudiantes y un 87,5% de las cocineras profesionales afirma que no existen las mismas oportunidades para mujeres y hombres en el sector. Además, el 50% de las estudiantes y el 62,5% de las profesionales opinan que las mujeres tienen menos posibilidades de destacar en la alta cocina, lo que refleja un entorno laboral que aún impone barreras i al crecimiento profesional de las mujeres.

Uno de los factores que perpetúa estas desigualdades es la influencia de los estereotipos de género. Tradicionalmente, la cocina ha sido un espacio doméstico asociado a la mujer, pero en la esfera profesional, el reconocimiento y el prestigio han recaído sobre los hombres. Esta dicotomía refuerza la imagen de la mujer como trabajadora incansable, pero sin visibilidad, mientras que el liderazgo y la innovación se asocian a los hombres. Esta dinámica perpetúa un modelo en el que la cocina profesional sigue dominada por estructuras jerárquicas masculinas.

Otro factor clave en esta desigualdad es la maternidad, que sigue percibiéndose como una barrera estructural. Aunque solo el 35,7% de las estudiantes cree que la maternidad es un impedimento, un 64,3% de ellas considera que esta es la razón principal por la que hay más hombres que mujeres en la alta cocina. Esta percepción es aún más acentuada entre las cocineras profesionales, donde el 87,5% señala la maternidad como un freno en sus carreras. Estos datos evidencian cómo la conciliación entre la vida personal y profesional sigue siendo un reto exclusivo para las mujeres en el sector.

Además, la falta de referentes femeninos en la cocina profesional sigue afectando el desarrollo de nuevas generaciones. Un 60,7% de las estudiantes considera que los hombres tienen más visibilidad en el ámbito gastronómico, mientras que el 50% opina que las niñas necesitan más modelos femeninos a seguir. Entre las cocineras profesionales, esta percepción es aún más pronunciada, con el 100% coincidiendo en que la visibilidad de los hombres es mayor y el 75% afirmando que los hombres tienen mayor iniciativa para darse a conocer. Este déficit de referentes refuerza la idea de que el liderazgo en la alta cocina no es accesible para las mujeres

Factores clave para el éxito femenino

En cuanto a los factores de éxito en la gastronomía, las estudiantes opinan que la creatividad (70%), la confianza en sí mismas (64,2%) y los recursos económicos (50%) son clave para progresar. Sin embargo, las cocineras profesionales resaltan que el elemento más determinante es la excelencia técnica (87,5%), seguida de la autoconfianza, la innovación y la inversión económica (todos con un 75%). Este contraste sugiere que, a medida que las mujeres avanzan en su carrera profesional, sostienen que el talento por sí solo no basta y que deben demostrar constantemente su valía en un sector que sigue siendo más exigente con ellas.

A medida que las mujeres avanzan en su carrera profesional, sostienen que el talento por sí solo no basta y que deben demostrar constantemente su valía en un sector que sigue siendo más exigente con ellas.

A pesar de estos desafíos, el estudio señala que la determinación de las mujeres por permanecer en el sector sigue siendo firme. La mitad de las estudiantes aspira a dirigir su propio negocio, liderar una cocina o trabajar en un restaurante con estrella Michelin. No obstante, solo el 53,6% se ve emprendiendo su propio restaurante, un porcentaje que se reduce aún más entre las cocineras profesionales (37,5%). Esto sugiere que las condiciones de precariedad y las dificultades laborales desincentivan a muchas mujeres a asumir roles de liderazgo en la gastronomía.

El estudio no solo expone los obstáculos que enfrentan las mujeres en la alta cocina, sino que también es una llamada a la transformación del sector. Para que las mujeres puedan alcanzar el reconocimiento y las oportunidades que merecen, es imprescindible impulsar políticas de igualdad reales, garantizar medidas efectivas de conciliación y generar espacios de liderazgo inclusivos. La cocina necesita más mujeres en la alta dirección, «no solo como trabajadoras incansables, sino como referentes y líderes visibles en un sector que debe evolucionar hacia la equidad».