/p>>El mundo de la gastronomía despide emocionado a Juli Soler, impulsor junto a Ferran Adrià del mítico restaurante El Bulli, en Roses, que ha fallecido a causa de la enfermedad  neurodegenerativa que sufría.


Juli Soler
Juli Soler

Nacido en Terrassa (Barcelona) en 1949 e hijo de hostelero, pasó por conocidos fogones de Cataluña antes de ponerse al frente del restaurante familiar en Rubí (Barcelona), hasta que en los año 80 se incorporó a la dirección de El Bulli. 
Allí fichó a un joven Ferran Adrià, comenzando una etapa en la que ambos revolucionarían el panorama gastronómico nacional e internacional. Juli supo ver el potencial de Adrià y la revolución que iba a suponer para la cocina a nivel mundial.
Aunque fuera la cara menos conocida de El Bulli, la labor de Soler fue determinante en lograr la experiencia gastronómica completa que convirtió al restaurante de Rosas en el mejor del mundo, como se le reconoció oficialmente en cinco ocasiones.
Un año después del cierre de El Bulli en 2011, Juli Soler se retiró por su enfermedad, aunque ha seguido recibiendo reconocimientos, como el premio a la labor de toda una vida en los Premios Nacionales de Gastronomía  de este año. Finalmente no ha podido ver hecho realidad el proyecto posterior al restaurante, elBulliFoundation, una fundación dedicada a la investigación culinaria.
La noticia del fallecimiento de Juli Soler ha conmocionado al mundo gastronómico. Ha sorprendido a Ferran Adrià en San Sebastián, en la graduación de la primera promoción del Basque Culinary Center. Muy afectado, su compañero se ha referido a él como «un personaje histórico de la gastronomía».
«Éramos como un matrimonio, trabajando 14 horas diarias durante 30 años. Hay quien no se acuerda de que estuvimos 14 años sin poder pagar bien al personal a final de mes ni de que hacíamos vanguardia y nadie nos apoyaba», ha declarado Adrià. «Además, él ha sido tanto o más importante que yo en esta historia».
Cocineros de toda España, desde los hermanos Roca a Martín Berasategui o Juan Mari Arzak, pasando por Alberto Chicote, han expresado su condolencia. También numerosos profesionales de sala, para quienes Soler era un referente, han mostrado su dolor. Juli Soler no ha sido sólo un gran jefe de sala, sino un profesional que ha destacado por su humanidad, siempre apoyando a su equipo; su fino sentido del humor y su pasión por el rock.