Este pequeño local situado en el numero 10 del barcelonés Paseo del Born, ha logrado instaurar un modelo de delivery sostenible muy apreciado por sus clientes y en el que influye un interiorismo muy bien pensado, práctico y flexible, obra del estudio Blankslate.
La singularidad de este establecimiento que es deli, pastelería, panadería y cafetería va más allá de sus exquisitos pasteles, sandwiches y demás recetas. El proyecto de interiorismo de Funky Bakers, obra de Tommy Tang y Crick King del estudio Blankslate y construido por Goian, es fundamental a la hora de organizar con éxito el trabajo.
El pequeño local, esquinero y de apenas 40 m2, tenía importantes restricciones de diseño y uso que no lo ponía precisamente fácil: había que crear un obrador y una panadería, pero también el espacio comercial, una cafetería en formato take away y una tienda de delicatessen.
Las restricciones por la ubicación y el diseño del local original eran innumerables: regulaciones patrimoniales, normas de licencia y de manipulación y preparación de alimentos, directrices de materiales y acabados y, por supuesto, el presupuesto. Por ello, los interioristas optaron por pensar en el espacio no como una cocina o una tienda, sino más bien como un barco, donde el espacio muy reducido y, por lo tanto, debe usarse de manera muy creativa.
Más allá de lo puramente estético, Funky Bakers debía ser ante todo un espacio práctico y flexible donde poder trabajar. Sería una cocina industrial y una panadería coqueta al mismo tiempo. Los materiales y acabados debían funcionar de manera práctica y estética, pero también en cierta forma ‘desaparecer’ y ceder el centro de atención a los deliciosos panes, bocadillos, tartas, ensaladas y repostería.
Por ello, los interioristas optaron por utilizar acero inoxidable para crear una superficie resistente que fluye sin problemas desde la cocina (montada por Cocinas Rull) hasta la tienda y el exterior de la fachada. El acero combina limpieza, durabilidad y flexibilidad con una claridad brillante y reflectante que crea el telón de fondo perfecto para el color, la comida y la textura, y que también se aplicó en las puertas, las rejillas de aire acondicionado y las vitrinas de la calle.
El cliente tiene la impresión la de caminar desde la calle hacia una cocina u obrador en funcionamiento, sintiendo su frescura, sonidos y olores. El pavimento de terrazo es de Pibarmani y la iluminación, de Flos. Las barreras entre el cliente y el personal, y entre la producción y la exhibición, son sutiles y casi invisibles a los ojos del consumidor.
Baldosas de Zellige en colores diferentes cubren las paredes a modo de paneles y aportan toques de color dentro de los bloques de acero inoxidable. Asimismo, se han introducido sutiles cambios materiales para indicar diferentes usos, como la madera en los estantes expositores del pan y la encimera donde los clientes piden y pagan, y una gama de expositores y soportes a medida pintados en colores eléctricos para las frutas y verduras.
Para mayor practicidad y flexibilidad, ciertos elementos (mostradores, vitrinas y unidades de servicio) se han diseñado con ruedas para ser completamente móviles; pueden moverse para reconfigurar la tienda. De este modo el espacio se adaptade forma rápida y fácil a las circunstancias, algo que ha sido especialmente útil durante la pandemia: en 48 horas Funky Bakers se reconfiguró para adaptarse a la nueva realidad, desplazando los gabinetes hasta las puertas que bloqueaban el acceso del público al interior y se convirtieron en escaparates, áreas de pago y puntos de recogida.
Una cuarentena exitosa
Durante los 50 días que duró la cuarentena, Funky Bakers sirvió hasta 2.000 pedidos, que abastecieron al barrio del Born no solo con sus exquisitos pasteles y sandwiches, sino productos de primera necesidad de alta calidad como leche, mantequilla, yogur o huevos camperos procedentes de pequeños productores.
Cuando empezó la pandemia, Seyma Ozkaya Erpul, su fundadora, montó una tienda on-line que hoy es un modelo de delivery basado en pilares como el Km0 y la calidad, y al que añadió un último servicio: el de la entrega de flores a domicilio.
Hoy el delivery de este pequeño establecimiento barcelonés sigue funcionando con la misma celeridad a través de la empresa Early Bird, que comparte valores de proximidad con Funky Bakers y reparte los pedidos en bici y de forma sostenible.