El gran apagón que han sufrido España y Portugal y se ha prolongado hasta casi 10 horas en distintas regiones, ha afectado de lleno a sectores como el turístico y hostelero. Las pérdidas han sido cuantiosas, aunque la industria de la hospitalidad ha hecho honor a su nombre y se ha afanado en dar servicio, incluso en circunstancias tan complejas como esta.

Según cálculos preliminares de las principales asociaciones sectoriales, las pérdidas podrían superar los 1.000 millones de euros en apenas un día. Los hoteleros señalan problemas para atender servicios básicos durante horas y cancelaciones de última hora, ante la imposibilidad de garantizar el servicio a los clientes durante las horas críticas. Muchos hoteles vivieron además, una noche excepcional, recibiendo personas afectadas por la paralización del transporte.

Por su arte, restaurantes, cafeterías y comercios turísticos también han sufrido pérdidas importantes, tanto por la falta de clientes como por la interrupción de los sistemas de pago electrónicos, esenciales en la actualidad. En el caso de la economía en general, se prevé perdidas «que podrían llegar hasta 2 décimas del PIB«, señalan desde Tourism and Society Think Tank (TSTT).

«Muchos empresarios temen que la imagen de inseguridad generada por este apagón afecte la confianza de los visitantes en la fiabilidad de los servicios básicos, en un contexto internacional donde la competencia entre destinos es cada vez más intensa», explican desde la organización internacional. «Las próximas semanas serán cruciales para medir el verdadero alcance de las consecuencias y para reestablecer plenamente la confianza de los visitantes en la fortaleza y fiabilidad de la oferta turística ibérica».

Desde patronales hoteleras como la valenciana Hosbec han destacado que la mayor parte de establecimientos hoteleros «dispone de grupos electrógenos y generadores de emergencia de suministro eléctrico, algunos además apoyados en instalaciones de solar fotovoltaica, que permiten mantener un suministro razonable para los principales servicios básicos a nuestros clientes». 

De igual manera se ha manifestado el presidente de Cehat, Jorge Marichal, ha destacado «la brutal respuesta de la hotelería española». «Muchísimas instalaciones tienen generadores de emergencia, lo cual hace que el servicio al cliente se haya prestado con normalidad», señala, destacando además que destacó que algunos alojamientos colaboraron con administraciones públicas que solicitaron apoyo durante las horas más críticas.

La (gran) respuesta de la hostelería

Igualmente, bares y restaurantes se vieron afectados de lleno por el corte de suministro eléctrico. Aunque muchos tuvieron que cerrar, otros muchos se mantuvieron abiertos y con gran afluencia de público, dando servicio, aunque fuera improvisado, a gran numero de personas y mostrando cómo la hostelería es refugio y punto de reunión. Muchos negocios hosteleros fueron también un gran ejemplo de saber adaptarse a una situación tan difícil como inesperada; volvió por unas horas el efectivo (o directamente, el fiar) y lo analógico.

Para cadenas como Grosso Napoletano, el apagón supuso un reto de gestión a gran escala, teniendo en cuenta sus numerosos locales operativos por toda la geografía española. La compañía activó de inmediato su red de Área Managers para mantener una comunicación constante con sus equipos, evaluar la situación en cada local y adaptar la operativa. Algunos establecimientos cerraron temporalmente, mientras que otros continuaron en condiciones limitadas.

«Nuestros sistemas nos permiten tener perfectamente trazada la conservación de los productos, lo que ha sido clave para asegurar la seguridad y calidad alimentaria en todo momento», señala Bruno González, CEO de Grosso Napoletano.

Los locales del Grupo Rosi La Loca World, en pleno centro de Madrid (Rosi La Loca, Bestial by Rosi La Loca e Inclán Brutal Bar) reaccionaron con agilidad. Cuando se quedaron sin suministro eléctrico sacaron las mesas a la calle para aprovechar la luz natural, ofrecieron una carta reducida de platos fríos y dieron la bienvenida a todos los comensales con un cóctel gratuito.

«Todo lo que se facturó se convirtió en propina directa para el equipo. Era nuestra forma de agradecerles su entrega, su alegría y el compromiso con el que se volcaron desde el primer minuto», explica Minerva Tapial, CEO del grupo.

El servicio se mantuvo hasta el cierre habitual (1:30 h) con una una selección de platos, ensaladas y postres que no requirieron cocina activa. «No podíamos dejar tirada a la gente. Quisimos ofrecer algo más que comida: refugio y nuestra alegría tan característica, incluso sin luz», añade Tapial.

En el caso del grupo Big Mamma, con establecimientos en Madrid y Barcelona, el apagón provocó importantes pérdidas de producto, especialmente en locales donde la electricidad no se estableció hasta el día siguiente.

«El día del apagón, sobre las 16:00, pusimos toda la comida con hielos para intentar salvar lo posible. Tenemos mucha materia prima en neveras pequeñas que, sabíamos, íbamos a tener que tirar. Por suerte, las neveras grandes aguantaron», explica Daniele Tasso, chef ejecutivo Big Mamma.

El impacto más significativo se produjo en el restaurante Gloria, su última apertura en Barcelona, donde se perdió toda la materia prima de pescado crudo, base esencial de su carta.

Asimismo, en Circolo Popolare, ubicado en la Torre Picasso de Madrid, la luz no volvió hasta el día siguiente, lo que ha obligado a desechar toda la comida preparada para el servicio del día anterior, estimada en unos 1.000 cubiertos. Aún así, el restaurante ha abierto con una carta reducida.

El también madrileño restaurante Juana La Loca se encontraba cerrado por descanso habitual, pero aun así su equipo tomó medidas preventivas. «Suspendimos las entregas de productos refrigerados y pudimos sobrellevar la situación gracias al esfuerzo del personal de sala, cocina y la comprensión de nuestros proveedores», explica Mariano Tato, propietario del local.

El sector demostró estar a la altura, aunque probablemente nada resarcirá las pérdidas de los hosteleros, sobre todo de los negocios más pequeños. Aunque todavía es pronto para valorar pérdidas, señalan desde la patronal Hostelería de España, «los casi 1,9 millones de profesionales demostraron, una vez más, su vocación de servicio y capacidad de reacción ante la adversidad». Por su parte, desde la asturiana Otea se reclaman protocolos de emergencia para circunstancias excepcionales como ésta.